Una declaración en unísono por estas organizaciones, Counter Narrative Project, HIV Prevention Justice, Positive Women’s Network-USA, Translatin@ Coalition, Treatment Action Group, The U.S. People Living with HIV Caucus y Venas Abiertas: Una red en formación de personas inmigrantes viviendo con el VIH/SIDA
nadie se va de casa salvo que la casa sea la boca de un tiburón solo corres hacia la frontera cuando ves a toda la ciudad corriendo también…
tienes que entender, que nadie mete a sus hijos en un barco salvo que el agua sea más segura que la tierra…
nadie elige campos de refugiados o registros sin ropa donde te dejan el cuerpo dolorido o la prisión, porque la prisión es más segura que una ciudad de fuego…
– pedacitos del poema “Casa” de Warsan Shire
El emigrar lleva consigo un sinfín de penurias y muchos sacrificios: dejando atrás a nuestros seres queridos, nuestra comunidades y también lo poquito que tenemos. En ocasiones teniendo que empezar de cero, pues el encuentro es con una cultura y lenguaje totalmente nuevos. A lo largo de la historia, gente y pueblos enteros se han visto en la necesidad de hacer estas difíciles y a veces trágicas decisiones por su propia supervivencia y casi siempre, por un futuro un poquito mejor para sus seres queridos. Sin embargo, en reciente historia, millones y millones de personas, quienes llegaron a este país impulsadas por las mismas aspiraciones y valores a los este país atesora, viven en angustia total, con un temor persistente por su seguridad–y solo porque una minoría de los Estados Unidos eligió como su presidente a un demagogo con pretensiones faraónicas y quien en su camino hacia la victoria, tomó como blanco a estas comunidades inmigrantes utilizándoles a menudo como chivos expiatorios, lanzando amenazas y calumnias al por mayor. Hoy en día, ya hemos visto numerosas acciones destructivas de esta administración, como fruto de una retórica peligrosa y divisoria en políticas que contrastan con la misma Constitución de los Estados Unidos y los valores que consagra. La mayoría de las organizaciones pertenecientes al movimiento VIH/SIDA han permanecido en silencio en lo que a asuntos de inmigración se refiere, a pesar de los atropellos a la dignidad humana que se han hecho evidentes, incluyendo en estos primeros 100 días de esta administración, donde se ha visto en peligro la seguridad y la vida misma de millones de personas que viven en este país. La lista es larga, dos “prohibiciones musulmanas” (la prohibición de entrada a Estados Unidos de ciudadanos de una serie de países de mayoría musulmana) y amenazas para retirar fondos federales para ciudades conocidas como “Santuario” que fueron bloqueadas por jueces federales; acciones por el Departamento de Justicia (DOJ) en contra de la comunidad inmigrante, donde arrestan y deportan a miles, inclusive residentes de Estados Unidos, incluyendo aquellos que fueron traídos al país como niños, e incluso cuando esto significa separar familias; las amenazas de construir el famoso “muro fronterizo” a lo largo de la frontera sur; la creación de un banco telefónico con líneas directas para la divulgación pública de “crímenes cometidos por inmigrantes” al estilo de los Nazis; planes para reforzar dramáticamente el número de patrullas fronterizas y agentes de inmigración y Aduanas (ICE) con el objetivo también de apoyarse en los departamentos de policía locales para hacer cumplir las leyes federales de inmigración: estas amenazas y ataques han creado un clima basado en el temor, y lo han sentido comunidades enteras. Para inmigrantes que viven con el VIH/SIDA y para quienes son vulnerables a este, el precio que se paga puede ser muy caro. Para muchos, la deportación podría significar la muerte. Algunos de ellos se mudaron a los Estados Unidos precisamente para acceder un tratamiento de salud no disponible en sus países de origen. Otros se enfrentaron a la violencia sexual y la explotación durante el mismo proceso migratorio, lo que aumenta la vulnerabilidad a la adquisición del VIH/SIDA. Aún así, otros abandonaron sus hogares, huyendo de una cultura opresiva en contra de la diversidad sexual, políticas públicas injustas y violencia, y quienes al ser deportados, podrían enfrentarse a la persecución o a la muerte. Más allá de los peligros muy reales de la deportación, la misma detención por ICE es una amenaza para la salud y la seguridad de las personas, punto. Las prisiones privadas y los centros de detención, que son la mayoría de los que se utilizan en la aplicación de la leyes de inmigración, son notorios por negar la atención médica necesaria y el acceso a medicamentos esenciales a la personas detenidas ahí. Estas prisiones y / o centros de detenciones, son una fuente de traumas psicológicos, haciendo más vulnerables aún, a las personas encarceladas o detenidas. Estos temores conducen a muchos residentes indocumentados a las sombras, aumentando los riesgos de violencia y explotación. En el 2017 ya se ha reportado una considerable disminución en el número de agresiones sexuales reportadas por personas Latinx. En Texas, una mujer transgénero e inmigrante que tramitaba una orden de restricción por violencia íntima en contra de su pareja, fue detenida en el juzgado mientras salía de la audiencia. Este tipo de intimidaciones, envía un mensaje claro a las personas indocumentadas y es que no pueden confiar en la policía o en los tribunales para protegerlos. Y esto aumenta la vulnerabilidad de por sí ya afectada, de mujeres cisgénero y transgénero que viven con el VIH/SIDA, a lo que conocemos como la violencia de pareja íntima (IPV). Esa misma desconfianza a los “sistemas” también obstaculiza los esfuerzos de salud pública para prevención, la prueba, tratamiento y los servicios del VIH/SIDA. Los inmigrantes que son transgénero o género no conformistas, personas Negras, personas Musulmanxs, personas Latinx que usan drogas, o personas que hacen trabajo sexual, son especialmente vulnerables tanto a la adquisición del VIH/SIDA y al mismo tiempo, a las barreras para consentir atención médica; las consecuencias de experimentar múltiples discriminaciones en los entornos de atención médica pueden aumentar esta desconfianza que en ocasiones, puede ser fatal. Las leyes que criminalizan el VIH/SIDA en este país, afectan desproporcionadamente a este grupo de personas: lxs inmigrantes tienden a ser, en alto porcentaje, procesados por el sistema judicial penal debido a su estatus de VIH/SIDA, con cargos que afectan en gran medida a trabajadorxs sexuales. Esto significa que los más necesitados en lo relacionado a la prevención, pruebas y tratamiento del VIH/SIDA, serán los más difíciles de encontrar, comprometer y retener en el cuidado del VIH/SIDA. En gran medida también hemos visto cómo las mujeres transgénero son criminalizadas simplemente por quienes son, encarceladas en estos centros de detención, donde ICE rutinamente las abusa y maltrata con graves consecuencias. Este año conmemoramos el décimo aniversario luctuoso de Victoria Arellano, una mujer transgénero que murió bajo el cuidado de ICE, debido a que este órgano del gobierno, se negó a proporcionar el tratamiento del VIH/SIDA que podría haberle salvado la vida. Hoy en dia, hay muchas como nuestra querida Victoria Arellano, estas guerreras continúan luchando contra el sistema judicial penal tan sólo para obtener las necesidades más básicas, como el tratamiento del VIH/SIDA y su terapia hormonal. Hay que reconocer de forma contundente que las mujeres transgénero de color son las personas más afectadas por el VIH/SIDA, especialmente aquellas que luchan por sobrevivir dia a dia, incluyendo a las personas inmigrantes. Es incomprensible que la comunidad VIH/SIDA y sus organizaciones, se mantengan en silencio mientras un gobierno nacionalista de extrema derecha ataca a miembros de nuestra comunidad con retórica y políticas públicas que amenazan su existencia. Hay que recordar que nuestro movimiento ha luchado por los derechos de las comunidades marginadas desde los primeros días de la epidemia – Una época en la que pocos estaban dispuestos a hablar por el derecho básico a la supervivencia de los hombres gays, las personas que usan drogas, las personas negras y las personas pobres o de escaso recursos. Sin este legado de activismo de nuestra comunidad y la voluntad de decir la verdad al poder – inclusive gritando cuando sea necesario – se pudiese decir con certeza que no tendríamos hoy en día muchas de las políticas públicas y programas sociales y de salud que prácticamente salvan vidas, como la ley y programa Ryan White, el programa de Asistencia de Drogas para SIDA (ADAP), o el programa Oportunidades de Vivienda para las Personas con el SIDA (HOPWA). De hecho, probablemente ni siquiera tendríamos los tratamientos tan efectivos en contra el VIH/SIDA si no hubiésemos resistido y luchado por nuestras vidas y las de nuestros seres queridos, de la forma en que lo hicimos. La lucha por sobrevivir, por resistir y por prosperar conecta de manera inextricablemente el movimiento VIH/SIDA y el movimiento Inmigrante. No podemos optar por el ignorar la opresión que experimentan estas personas que han tomado decisiones increíblemente difíciles en su vida, en la mayoría de los casos, por su seguridad y supervivencia; porque al final, nos afecta a todxs lxs que pertenecemos a la comunidad VIH/SIDA.Como personas que vivimos con el VIH/SIDA y junto a nuestros seres queridos, se pudiese decir que debido a lo que hemos vivido juntos tenemos demasiada experiencia en temas de discriminación y la marginalización, y que es un deber nuestro el luchar e incorporar en nuestras propias organizaciones, redes y comunidades:
- Una visión más amplia del concepto “Santuario”, como lo describe Mijente – ” se desmantela el aparato policiaco de hoy en día, el cual canaliza el encarcelamiento masivo y la máquina de deportación”.
- El concepto “Santuario”, en los centros de salud, hospitales y lugares que brindan atención a personas viviendo con el VIH/SIDA
- los derechos de los inmigrantes y la justicia, incluyendo a las personas transgénero y de género no conformista (TGNC en sus siglas en Inglés)